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¿Las empresas quieren sobrevivir o quieren crecer? Dependiendo del modelo de financiación que elijan tendrán unos u otros resultados, aunque el objetivo de cualquiera de ellas debería ser el del crecimiento
Financiación, el oxigeno del crecimiento
La crisis, como el caballo de Atila, arrasó usos, estilos y ciertas costumbres empresariales. Antes de la crisis las empresas, prácticamente sin excepción, acudían a la banca en busca de la financiación necesaria para afrontar proyectos de innovación, internacionalización o, sencillamente, para capear el día a día en la gestión de tesorería.
Con la crisis las cosas cambiaron y las empresas tuvieron que aceptar las severas condiciones que imponían los bancos para conceder y renovar créditos. Todavía hoy, muchas de aquellas compañías prefieren esquilmar sus fondos propios antes que volver a lidiar con la financiación bancaria.
Sin embargo, mantener los niveles de competitividad, innovación y productividad que demanda el mercado exige a las empresas mantener niveles adecuados de financiación.
Las empresas necesitan recursos económicos para crecer, para abrir mercados en los que vender más, para crear nuevos productos que aumenten sus beneficios y para apostar por la tecnología necesaria para reducir costes y optimizar la producción.
Financiarse para crecer debe ser el objetivo de toda empresa. Sin olvidar que la excelencia financiera está en mantener el equilibrio entre el endeudamiento y los fondos propios.
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